Uno

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Comenzó por respirar diferente y más pausado que antes, como si quisiera guardar todo ese aire en sus pulmones, para luego recordarlo cuantas veces quisiera. Se le acercó a su cuello refugiándose en ese lugar de su cuerpo, y volvió a respirar de aquella manera, para cerrar los ojos y retener ese arrumaco en su mente. Ella sintió placer de su exquisito acto, queriendo complacerle agradecida a su valerosa devoción. Adivinando aquel deseo, le miró satisfecho a los ojos, prestando atención a cada gesto, a cualquier palabra que saliera de su boca para luego detenerla en besos y gobernar sus caderas.

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