Una pequeña Historia

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El ego puede tener impensables facetas y niveles. El punto es que si reconoces un gesto de ego en otra persona, el espejo se espectra y comienzas a verte a ti mismo. Es muy raro reconocer tus acciones en segundas personas, tus exactas palabras dichas desde otra boca, tu propia LoCuRa dimensionada por otro personaje.



Asombro. No asombro.

“Enciende un cigarrillo y el vaso a medio llenar. Sus miradas claras, la postura dispuesta a la conversación: el reencuentro. Lo benévolo y frívolo se manifiestan al unísono. Se interrumpen al hablar y callan a la par, cediéndose el turno sin arrogancia. Esa tarde era perfecta, el aroma estacional también lo era, los ojos verdes él y el cabello castaño de ella podían iluminar aquel lugar. La valentía de él. La especial belleza de ella.
Decidieron abandonar el lugar sin detenerse en sus historias, tampoco en los relatos tan necesarios y, aunque no se lo han comentado, ambos piensan casi al mismo instante no poder compartirlos con alguien más. “Te escucho” piensa ella. “Me gustas” dice él. La combinación es correcta, caminaron hacia el auto, encendieron la radio y partieron con velocidad a cualquier otro rincón de la ciudad sin dejar de hablar, reír, apasionarse, explicar, o cantar a gritos. No importaba nada, es el positivo y negativo haciendo de las suyas provocando la electricidad en el ambiente.
La confesión de él. La suavidad de ella."

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